EN BUSCA DEL BERRIDO
Entrando al otoño, al atardecer, los montes hacen eco de lo que es uno de los sonidos más característicos de nuestra fauna salvaje, el bramido o el berreo del ciervo rojo.
Las hembras están preparadas para concebir y los esplendorosos machos berrean para llamar su atención, a la vez, luchan fervientemente contra otros machos cruzando sus cornamentas.
Todo un espectáculo…
Duración de actividad 4 horas.
Medios a disposición: Telescopio Swarovski HD 20-60, prismáticos.
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Precios
Mínimo de personas para hacer la actividad 2.
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MIS AVENTURAS
“Ayer salí hacia el Parque Natural del Saja-Besaya, confieso que con la ilusión de acostarme escuchando berrear a los venados.
Como es sabido, la naturaleza es caprichosa y casi siempre sorprende para bien, por lo que fue un despropósito planear dicha ilusión.
Llovía con ganas y sin ánimo de querer parar… como suelo decir cuando llueve así… “hacia un día Cabuérnigo”…. Para los que no lo conozcáis Cabuérniga es un valle de la zona occidental de Cantabria en la que entre otras maravillas abundan los bosques caducifolios.
Antes de llegar hice la parada obligada al mesón en el que suelo despedirme de la humanidad, pedí una cerveza y me senté a leer mi Quercus.
Pasado un rato, Miera y yo nos miramos y salimos dirección al paraíso.
En apenas cien metros de andanza salió a recibirnos una ardilla del color del helecho cuando se seca, corría en nuestra misma dirección como queriéndonos indicar cuál era el camino correcto.
Poco después y recién salvada una curva nos encontramos con la placidez de unas cabras comiendo a orillas del camino, la reacción de estas al vernos fue la muestra de quien era allí la forastera… continuaron su hacer ofreciéndome total abandono.
Ya adentradas en el bosque deseé que el tiempo no pasara y sentí formar parte de él.
Más adelante la zona boscosa se abrió a un paraje abierto, la niebla y la ya inminente noche me recordó que andaba por tierras de lobos, esto me hacía albergar otra nueva ilusión…
En ese pensamiento me detuve para oír algo lejos a los venados, no me rendí a mis prismáticos y quise disfrutar el momento tan solo escuchando y así remedié mis ansias de berrea….
Continuamos la marcha tropezando con otras buenas compañías, como la de cinco cuervos posados en una estaca cercana a una cabaña, parecían esperar verme sacar la cámara para salir riendo en su vuelo, ese vuelo denso y lento que se hacía aún más bello por el brillo que le daba la lluvia a su plumaje negro azabache.
La niebla nos acompañó al alto de Palombera y en ese mismo alto dormimos bajo el abrigo que dan los 4 grados de este maravilloso lugar, no recuerdo haber sentido frio…. Quizá por las emociones vividas…”