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PLUMEROS SÍ, … MIENTRAS TANTO.


05 de mayo de 2019

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Plumeros sí, … mientras tanto.

Yo que he vivido ya más de medio siglo, la memoria me transporta a los juegos infantiles en busca de plumeros en flor para utilizarlos como improvisadas lanzas con los que repeler el avance del enemigo. Entonces, esta hierba relegada a escombreras o basureros, no se consideraba amenaza, salvo por los cortes en la piel producidos por el desconocimiento de sus aserradas hojas, y constituía una oportunidad para el desarrollo de nuestra fantasía. Eran los primeros años 60 y la actividad industrial y productiva en general era anecdótica en comparación con la alcanzada en las dos últimas décadas.

 

Han sido las profundas transformaciones territoriales como la apertura de nuevas infraestructuras de transporte, la puesta en uso de nuevos terrenos para polígonos industriales —no siempre explotados y abandonados a menudo durante muchos años— , la proliferación de vertederos incontrolados o el abandono de explotaciones agropecuarias, entre otros factores, entre los que habría que incluir el nulo tratamiento posterior de esos terrenos y la frecuencia con que se incendian —como fácil pero ineficaz medio de eliminación— los que han favorecido la propagación de esta hierba que, contrariamente a lo que se dice, no invade los terrenos de los bosques maduros, de los bosques en formación u otros seminaturales si no es con la ayuda del hombre, que aclara, remueve, deposita sus escombros, o provoca incendios.

 

Esta afirmación, que supongo indignará a la gran mayoría, no es gratuita y resulta de la observación de algunos espacios que se conservan inalterados por el hombre durante años y de la comprobación de que las autoridades en Botánica no definen con claridad la situación.

 

A este respecto, no siendo más que un mero aficionado al tema, no conozco estudio alguno, y ello no quiere decir que no exista –de existir, ruego se indiquen públicamente- , donde taxativamente se afirme la nocividad de esta hierba, siendo lo más común indicar un probable perjuicio sobre los espacios naturales, una ralentización de la evolución hacia fases preforestales o la reducción de los valores estéticos de las áreas naturales.

En cuanto a lo primero añadiré que no solo el plumero no avanza en esos espacios, si no que aquellos que han logrado prosperar debido a los factores antes apuntados, acaban, tras un prolongado abandono a los solos efectos naturales, ahogados por la vegetación potencial —zarzas, escajos, arbustos o árboles— que los impide recibir la luz necesaria para su crecimiento.

 

De mi experiencia deduzco que no parece haber perjuicio para los ecosistemas, más aún cuando el aprovechamiento que se pretende sobre la mayoría de los terrenos ocupados por los plumerales no es precisamente el de áreas boscosas naturales, siendo el destino más común, el de áreas ajardinadas marginales en el caso de las infraestructuras o el de futuros aprovechamientos urbanísticos. Por el contrario y debido a lo cortante de las márgenes de sus hojas, resultan molestos para el tránsito humano, lo que facilita el cobijo para la fauna: así hemos podido ver en el interior de sus hojas a los lagartos verdes o anidar a los erizos; también se puede observar en los meses de floración como ciertas especies de pájaros se posan sobre los penachos para comer sus semillas.

 

Es preciso valorar para las erradicaciones que se pretenden realizar, los perjuicios económicos y sobre todo los naturales —ya que nos importa tanto la naturaleza—; a lo apuntado añadiría los gastos energéticos derivados del empleo de maquinaria manual o pesada, tanto para la erradicación como para el posterior mantenimiento de esos terrenos como espacios ajardinados, o los efectos indeseables sobre el entorno de los herbicidas que se empleen.

Creo que sería más oportuno dedicar los recursos públicos que se emplean hoy en conocer mejor esta planta: ¿se produce una pérdida de biodiversidad o contribuye a la conservación de la fauna?. Si respetamos los terrenos colonizados, ¿se mantienen en tal estado o evolucionan permitiendo el crecimiento de otras especies?, y para ésto ¿cuánto tiempo sería preciso?; ¿ cuáles y cuántas especies faunísticas cobija en su interior?…

Palabras como invasor, foráneo, alóctono aplicadas a las especies vegetales o animales, acaso no indiquen siempre algo negativo. Creo que con los plumeros nos encontramos ante una reacción natural al abandono de los terrenos tras las intervenciones humanas que, con gran eficiencia y gratuitamente , revegetan las superficies abandonadas contribuyendo a enriquecer su suelo preparándolo para el crecimiento de otras especies vegetales y proporcionan refugio y alimento a un indeterminado número de animales en las proximidades de las actividades humanas.

 

Por ello, solicito de las autoridades públicas una moratoria en las campañas de erradicación de esta especie, a la espera de los resultados de los estudios de campo que esclarezcan los interrogantes aquí planteados y otros que sin duda puedan plantear los investigadores cualificados.

Fuente:

Andrés Cabezas Ruiz

Bibliografía.

Herrera Gallastegui, M. y Campos Prieto, J.A. (2006). “El carrizo de La Pampa, (Cortaderia selloana) en Bizcaia. Guía práctica para su control”. ZTF-FCT, UPV, BFA-DFB.Bertacchi, B.; Lombardi, T. y Onnis, A. (2001). “Robinia pseudoacacia in the forested agricultural landscape of the Pisan hills (Italy)”. De Plant invasions: Species Ecology and Ecosystem Managemen. pp. 41-46.

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